¿Hasta dónde llegará la genética?

La meta es imprecisa… pero hacia allá va la Genética

Genética es el estudio de la herencia; gen es el ‘átomo fisiológico’ que contiene los datos hereditarios de su dueño; genoma es el ‘archivo genético’ de cada organismo vivo. Las células humanas tienen unos veinte mil genes, la mayoría de los cuales son iguales para todo el mundo…con la sola excepción de unos pocos (alrededor de doscientos)  que son los genes específicos que caracterizan y hacen único a cada individuo.

El estudio del genoma humano, a pesar de sus impresionantes avances en los últimos años, está apenas comenzando y ha de traer, más pronto que tarde, numerosas e interesantes sorpresas. Como en todas las ramas de la ciencia, cada descubrimiento genera preguntas adicionales, estimula posteriores investigaciones y acelera el ritmo de nuevos hallazgos.    

The Gene: An Intimate History  (El gen: Una historia íntima), un libro del médico y biólogo norteamericano Siddharta Mukherjee, publicado en 2016, recorre la historia del ‘conocimiento’ de nuestros ‘átomos de vida’,desde la Grecia de Pitágoras y Aristóteles, hasta este tercer milenio. La obra contiene, además, la proyección científica del tema hacia el futuro inmediato.

Como sucede en casi todas las ciencias, una proporción alta de los desarrollos sobresalientes de la genética son posteriores a 1970 y la mayor parte de The Gene ‘transcurre’ después de ese año.  

El doctor Mukherjee plantea un gran signo de interrogación -y él no es el primero en hacerlo- a la posibilidad, cada vez más real, de ‘diseñar bebés perfectos’ que, eventualmente, conducirían a adultos también perfectos. Esta tendencia entusiasma e intimida a casi cualquier persona.  ¿Cómo sería una grupo humano en el cual la mayoría de sus miembros fueran prediseñados desde su concepción? La respuesta es muy difícil y más intuida que fundamentada.

Dentro del interés que genera el tema, el doctor Mukherjee sugieretres megaproyectosque han de planearse y completarse, a fin de responder con alguna precisión la larguísima serie de “intrigantes preguntas sobre lo que está codificado en los billones de moléculas del el genoma humano”. La sola magnitud de ‘billones’ – ‘uno’ seguido de doce ‘ceros’- aterra y desconcierta a los científicos que se han arriesgado o están interesados en entrar en tan retador territorio.

El primero de los tres proyectos, ya en curso, busca “discernir la naturaleza exacta de la información codificada” para crear “un compendio de cada elemento funcional en el genoma humano”. Los otros dos programas son tan complejos que se sitúan más allá del alcance de esta nota. Y para ninguno de los tres, el doctor Mukherjee se atreve a mencionar fechas de terminación.

Debe resaltarse que el investigador tiene claro que, con las tecnologías disponibles a la fecha, “el genoma humano puede ser manipulado para crear seres transgénicos”, esto es, seres cuyos organismos no son naturales sino genéticamente manipulados. El recorrido inicial en el siglo XX, comparado con la velocidad del proceso investigativo en siglo XXI, fue bastante limitado.  

Hace ya cuatro décadas, cuando los desarrollos de la genética, hoy materializados, eran casi ciencia ficción, este columnista comentó con alguien los prodigios que para mi generación y, con mayor razón, para la de mis hijos traerá la genética: ¿Se arriesgarán los padres a ‘jugar’ con su genes en búsqueda de hijos perfectos?

Este amigo, devoto creyente, expresó, con una buena dosis de angustia, su rechazo a tales avances: “La ciencia está jugando a Dios”. Hoy no sé qué tanto alcanzaré a presenciar de los espectaculares desarrollos que vislumbra el doctor Mukherjee.

Rechazando cualquier manipulación favorecedora de grupos raciales, sí es claro que los agnósticos, los ateos y los no afiliados a ningún credo carecemos de expresiones equivalentes o aproximadas a los temores de mi allegado, con respecto a las manipulaciones genéticas futuras. No obstante, independientemente de las reservas de muchos a los avances de la ciencia… Hacia allá vamos inexorablemente,  así la meta sea con frecuencia imprecisa o indefinida… Y los hallazgos prodigiosos en la genética, por supuesto, no cesarán. Este servidor, casi seguro, no alcanzará a atestiguar sino una pequeña fracción de lo que está por venir… Y que, con certeza, sí presenciarán mis hijos.

Bogotá, noviembre 20, 2020

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