La influencia del chateo

Los grupos de chateo satisfacen nuestra necesidad de pertenencia

Chatear en línea es comunicarse por Internet con el propósito de transmitir inmediatamente mensajes de texto que impliquen respuestas rápidas y estimulen participación grupal. Esta expresión proviene del inglés ‘chat’, que significa ‘conversar’, desde donde se extendió a muchos otros idiomas. ‘Chatear’, en su significado  original en España -beber en unos vasos, bajos y anchos-, nunca llegó a Colombia. Con el sentido de esta nota, ‘chatear’ se masificó -se mundializó- recientemente.

¿Está influyendo el chateo electrónico en la forma de comunicarnos? Sin duda alguna. ¿Positiva o negativamente? La influencia es variable, desde beneficios mayores en productividad, pasando por grados crecientes de aislamiento personal, hasta la eventual (e indeseable) desaparición de las relaciones cara a cara en algunos grupos humanos. El prodigioso desarrollo de la tecnología celular es el motor principal de este fenómeno.

En el 2021 el número de celulares, a nivel mundial, ha alcanzado la asombrosa cifra de quince mil millones de unidades, un promedio de casi dos por terrícola. Es frecuente escuchar a personas diciendo “me siento incompleto cuando estoy sin mi celular”, seguido por “requiero dos teléfonos, por si uno se me descarga…”, como razonable justificación del ’lujo’.

Las estadísticas en los Estados Unidos, país este que da la pauta en casi todas las nuevos desarrollos, muestran la invasión de los celulares y de su imparable influencia. Según las encuestas, las tres cuartas parte de los usuarios en este país consideran el chateo como la forma más efectiva de comunicarse con una empresa; los clientes chateadores compran hoy sesenta por ciento más que aquellos que utilizan otros canales. Asimismo, el soporte comercial mediante chateo es veinticinco por ciento menos costoso que el soporte telefónico. Se estima que para el año 2023 las ventas mediante chateo alcanzarán mil millones de dólares.  

El auge no es solo en Estados Unidos. Méjico, a manera de ejemplo, tiene también tasas elevadas de satisfacción (94%) en el uso de esta tecnología, con una duración promedia de veintiún minutos en las interacciones comerciales.

¿Qué nos motiva -qué nos lleva- a chatear? ¿Qué necesidades nos satisface? Según el psicólogo norteamericano Abraham Maslow, las necesidades humanas pueden agruparse en seis niveles: (1) de supervivencia (aire, agua, alimentos…); (2) de seguridad (subsistencia sin angustias); (3) de pertenencia a grupos (familiares, sociales, gremiales); (4) de logros que complacen nuestra autoestima; (5) de realizaciones personales; y (6) de trascendencia (altruismo, filantropía…).

Dentro de la escala anterior, el chateo ha impulsado la masificación de los teléfonos celulares porque, de alguna forma, estos dispositivos complacen la necesidad de pertenencia y han brindado a los humanos modernos la opción de llenar a distancia exigencias que hasta hace pocas décadas podían satisfacerse solo en persona.

La experiencia social en la implantación de nuevas tecnologías muestra que estas pronto evolucionan hacia aplicaciones y usos diferentes a aquellos para los cuales fueron originalmente concebidas.

¿Qué nos motiva a utilizar nuestro teléfono celular? ¿Está la facilidad extrema de comunicación ofrecida por la tecnología convirtiendo en adictivo algo que nuestros antepasados remotos solo podían vivenciar cara-a-cara? La respuesta es individual. Cada persona ha de observar continuamente el grado de dependencia de su teléfono y tomar acción correctiva, si lo considera apropiado. 

Cerramos esta nota con un chiste, así que… ¡Ríanse, por favor! La adicción al chateo electrónico, por cualquiera de los muchos medios existentes, es hoy de tal magnitud que, en unas cuantas centurias, la palabra ‘boca’ podría llegar a aparecer en los diccionarios del futuros como “órgano para ingerir alimentos que los antepasados, hasta los comienzos del tercer milenio, utilizaban también para conversar”.

Bogotá, noviembre 30. 2021

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