La soledad emocional condujo a cinco millones de víctimas en 2019
La soledad física de alguien -su carencia de amigos y allegados, conversadores y escuchadores– es manifiesta y obvia para quienes permanecen cerca de él. La soledad emocional, de la cual, cuando la sufrimos, deberíamos permanecer conscientes, es una tristeza silenciosa y semipermanente,que proviene de la incomunicación física o de causas emocionales, generadoras de tristeza y desolación.
La soledad emocional es un estado nocivo con manifestaciones y sentimientos de aislamiento. Así la persona se encuentre rodeada por muchos, bien puede experimentar esta soledad de una forma bastante amarga. La soledad física es… estar solitario casi todo el tiempo, sea en la casa, la calle o el sitio de trabajo. Desde sus comienzos, la soledad emocional disminuye la alegría de vivir… para eventualmente, destruir el interés de estar vivo.
Una proporción elevada de las actividades de los humanos modernos -trabajar, comunicarse, comprar, efectuar transacciones de toda índole… se ejecuta desde laptops, celulares o terminales automáticos, con poca o ninguna interacción presencial con terceros. Hasta los empleados que ocupan la misma oficina, en muchas empresas, ‘conversan digitalmente’, casi siempre sin moverse del sitio de trabajo ni ‘voltear’ la cara en busca de contacto visual.
La soledad emocional es, con certeza, un estado perjudicial caracterizado por sentimientos de insuficiencia, de una ‘falta de algo’. Como causante de muerte, la soledad emocional tuvo en 2019, según estimativos a nivel mundial, alrededor de cinco millones de víctimas, cifra esta que la coloca al mismo nivel de la obesidad (de la cual los medios no se cansan de hablar como un riesgo mayor de muerte).
Es posible estar ‘acompañado’ y sentirse solo, quizás la forma más amarga de tan negativa experiencia. A los ojos de terceros, la soledad física es, por supuesto, visible y manifiesta; todos recordamos bien nuestros allegados solitarios de estudio o de trabajos anteriores. La soledad emocional, en cambio, no es físicamente distinguible, aunque las personas allegadas a quienes la sufren sí pueden leerla en su lenguaje corporal.
En una encuesta, realizada en veintiocho países de Europa, Asia y Latinoamérica, en 2019 por Statista, una compañía alemana especializada en datos de mercadeo y consumo, la tercera parte de los encuestados manifestó experimentar soledad ‘con frecuencia’ o ‘siempre’.
Brasil, Turquía, India y Arabia Saudita tuvieron los porcentaje más altos de ‘solitarios’ mientras que los entrevistados de Países Bajos, Japón, Polonia y Rusia contestaron que ‘rara vez’ experimentan ‘soledad’. ¿Conclusión general? La ‘soledad’, con distintos grados de intensidad, existe por todo el Planeta.
El retraimiento forzoso, por el trabajo desde la casa y por la disminución de la interacción cara-a-cara, resultantes ambos de los avances tecnológicos, están causando soledad a muchísima gente, por todo el planeta, despertando así una preocupación universal alrededor de este neurálgico tema.
Los factores adicionales que contribuyen a la incomunicación social -falta de tiempo, distancias geográficas, dificultades de transporte, temor a interferir en la vida ajena- no son insalvables. Sin embargo, a muchos ni siquiera les preocupa su aislamiento y, consideran que gente reservada o huraña ha existido siempre. Las redes sociales, por su parte, bien podrían estar generando una especie de ‘vida solitaria’ con una falsa ‘sensación de pertenencia’.
Las direcciones correctivas no son claras… y nadie se opondría, por supuesto, a la implantación de tecnología moderna. Esta, en los niveles empresariales, se implanta de arriba hacia abajo -desde las gerencias hasta los niveles operativos, desde los desarrolladores de tecnología hacia las personas-.
En contraposición, el problema ha de corregirse en el sentido contrario, de abajo hacia arriba, del solitario, cuya vida transcurre en aislamiento, hacia la sociedad, como un todo, la gran sumatoria de las ‘soledades individuales’. La identificación de su propio nivel de soledad es responsabilidad de cada persona, quien ha de tomar la ‘medida’ de su grado de incomunicación. Muy poco pueden hacer las entidades gubernamentales o de ayuda social para ‘enfrentar’ las ‘soledades individuales’, exceptuando quizás la financiación y la divulgación de las ayudas y las aproximaciones disponibles para que los pacientes de tan universal problema lo acepten y, en consecuencia, tomen ellos mismos las correspondientes acciones correctivas…
Bogota, julio 21, 2022