Trascendencias paralelas

Trascendencia es la superación de las fronteras de la experiencia sensible para elevarse por encima de las formas ‘normales’ de existir. Expresado con mayor profundidad, la trascendencia es, simultáneamente,  (1) la comprensión de que somos apenas una pequeña parte de un todo superior y (2) el crecimiento personal que implica tal comprensión.

El recorrido hacia la ‘trascendencia’ puede efectuarse, con resultados diferentes, por los caminos de la filosofía, la psicología o la religión. Esta nota compara dos aproximaciones: la primera, más teórica que práctica, propuesta por el doctor Abraham Maslow, psicólogo norteamericano del siglo XX, en su escala de las necesidades humanas; la segunda, más de dos milenios atrás, la definida por el Buda, el maestro ‘psicólogo’ del siglo VI a. C.

Las necesidades humanas, según el doctor Maslow, son asimilables a una pirámide en cuya base se encuentran las exigencias fisiológicas imprescindibles (aire, agua,  alimentación), seguidas por las de seguridad (la protección y los recursos para subsistir sin angustias). En el tercero y cuarto niveles se encuentran, respectivamente, las necesidades de pertenencia a algo (grupos, familia, asociaciones…) y las de logro (autoestima y respeto). En el quinto lugar aparece la realización personal, esto es, el cumplimiento del potencial individual.

En el último año de su vida, el doctor Maslow agregó a su escala una sexta dimensión, que definió entonces como la necesidad de superar las ‘limitantes’ particulares para centrarse en un algo superior -altruismo, filantropía, espiritualidad- que va más allá de los imperativos de la vida corriente. A este nuevo escalón, el reconocido psicólogo lo denominó ‘trascendencia’ y lo identificó como el nivel superior de la consciencia humana.

La aproximación a la trascendencia del Buda, denominada ‘nirvana’ en sánscrito, es similar en su naturaleza a la del doctor Maslow, pero diferente en su contenido. Nirvana es armonía interior, un estado que nos permite estar en paz y actuar con confianza aun en medio de las dificultades.

Literalmente ‘nirvana’ significa ‘extinción’, la cesación o la explosión de algo que desaparece; en este contexto lo que se extingue son la ansiedad y el estrés que el Sabio de la India denomina ‘sufrimiento’.

Nirvana es la experiencia meditativa de la cesación total e incondicional del sufrimiento, eso es, el estado de encontrarse y permanecer en paz aún en la presencia de problemas y peligros. Cuando alguien le abre la puerta a la armonía interior, su potencial vital, cualquiera que sea, fluye hacia él espontáneamente.

El Buda narra así la experiencia puntual de la trascendencia: “Cuando un meditador se encuentra atento pero neutral a cualquier sensación o sentimiento, separado de la alegría o de la ausencia de alegría, entra en un estado de consciencia pura, nacido de la ecuanimidad”. Este último párrafo describe el nivel más profundo de absorción en la meditación, que el Buda denomina ‘recta concentración’ y que, en las escuelas del budismo religioso, es parte del octavo hábito del denominado camino noble.

No existe en la Red ninguna referencia a posibles influencias budistas en el pensamiento del doctor Maslow. De hecho, la ‘onda’ orientalista solo tomó impulso en occidente algunos años después del fallecimiento del psicólogo humanista.

Esta nota resalta la coincidencia de la trascendencia como el eslabón superior de dos escalas distintas, separadas en el tiempo y en la distancia. La extrapolación de las necesidades humanas para agregar la trascendencia como exigencia última de nuestro comportamiento, la concibió el doctor Maslow hacia el final de su vida.

Para el Buda la trascendencia del ‘yo’ es producto del silenciamiento progresivo de los deseos desordenados y de las aversiones, generadores estos de la ansiedad y el estrés. A diferencia del doctor Maslow, el Buda hizo su ‘descubrimiento’ en la primera mitad en su vida, para dedicar luego sus últimos cuarenta y cinco años a la divulgación de su mensaje.

Falta todavía mucho terreno para que los humanos comencemos masivamente a trascender nuestras limitaciones con las ideas del doctor Maslow o las del Buda, sin necesidad de acudir a o respaldarse en religiones sagradas, credos metafísicos, oraciones o mantras. El progreso ‘colectivo’ hacia la trascendencia es más lento de lo que podríamos esperar, dejando entonces la impresión de que la humanidad parecería estarse moviendo en una dirección estrictamente materialista, en contravía a los caminos presentados en esta nota.

Bogotá , octubre 23, 2019

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