Idioma español y estadísticas de suicidio

Anualmente en nuestro planeta unas novecientas mil personas (trece de cada cien mil) acaban con sus propias vidas; tal cifra, casi el doble de los homicidios intencionales, coloca al suicidio en el décimo lugar entre las causas de mayor mortalidad.
De los 110 países que Wikipedia muestra en sus tablas, diecinueve tienen al español como su idioma principal. El índice de suicidios entre Hispanoamérica y España reunidas llega apenas a 5.4 por cien mil y solo dos países, Uruguay en el puesto 20 y Cuba en el puesto 31, aparecen en el tercio superior de mayor incidencia. ¿Somos los hispanoparlantes menos propensos a suicidarnos? Parece que así fuera. Esta nota especula alrededor de tal conjetura.
Aunque no relacionadas con los idiomas, hay algunas tendencias curiosas e inobjetables en otros aspectos de las estadísticas de suicidios. Por ejemplo, los hombres nos ejecutamos en una proporción entre tres y cuatro veces mayor que las mujeres; ellas, en cambio, intentan eliminarse con mucha más frecuencia que nosotros. Los médicos conforman la profesión con el índice más elevado pero las médicas, llevándole la contraria a sus congéneres femeninas, se inmolan con una tasa igual a la de sus colegas masculinos.
No existen relaciones evidentes entre los datos de suicidios y los idiomas maternos de quienes los cometen, pero sí hay algunos hechos en la manera como los hispanohablantes nos expresamos que abren espacios para especulaciones. Por ejemplo, preferimos decir “me dejó el avión”, “se me descargó el celular”, “se me hizo tarde”, o “uno no sabe”, en vez de “yo perdí el avión”, “yo no recargué el celular”, “yo estoy retrasado”, o “yo no sé”.
¿Qué tiene que ver esto con suicidios? Suficiente para comentarlo. Una investigación del psicólogo James Pennebaker de la Universidad de Texas en Austin, sugiere que los escritores que se quitan la vida utilizan el pronombre ‘yo’ con más frecuencia. El doctor Pennebaker y sus colegas llegaron a este resultado tras un análisis detallado de los poemas de nueve poetas suicidas, confrontando sus versos con los de otros nueve poetas.
La selección de los otros literatos se hizo buscando que las biografías de cada pareja cotejada fueran comparables (escritores contemporáneos, de la misma nacionalidad e idioma, que hubieran vivido más años que los poetas fatales). El estudio utilizó un software especializado en agrupación y conteo de palabras preseleccionadas para cada evaluación. Para esta investigación, el programa se concentró en vocablos individualistas como ‘yo’, ‘mío’ o ‘mí’.
Por interesante que resulte el análisis de la Universidad de Texas, no podemos extrapolar la muerte y los versos de nueve poetas depresivos y egocéntricos para concluir que los hispanoparlantes, porque eludimos el pronombre “yo”, tomamos menos a menudo la trágica decisión de dispararnos un revólver. Prefiero más bien pensar que los hispanoamericanos y los españoles somos sencillamente diferentes.
Aclaremos esto con otra estadística. La NEF (New Economics Foundation) es una organización inglesa que busca promover la justicia social, económica y ambiental. Uno de sus proyectos bandera es el Índice de Felicidad Planetaria cuyo cálculo se basa, entre otras variables, en el bienestar experimentado por los habitantes de cada país. En este controvertido indicador los latinoamericanos resultamos súper-felices: Costa Rica (ocupando el primer puesto), Colombia, El Salvador, Panamá, Nicaragua, Venezuela y Guatemala figuran entre los diez primeros lugares de felicidad (los españoles no clasifican pues ¡joder! por estos días andan tan deprimidos como los poetas suicidas).

¿Nos suicidamos menos porque somos más felices? Poco se puede sacar de un índice cuestionable. El Salvador, Venezuela y Guatemala también están entre los diez países del mundo con mayores tasas de asesinatos; puede que allí la gente sea desquiciada pero no feliz. En otras mediciones de felicidad (o de bienestar, para ser más precisos), los hispanohablantes no salimos tan bien librados.
Prefiero darle una vuelta completa al asunto. Sugiero que los españoles y los habitantes de sus antiguas colonias nos suicidamos menos, no porque evadamos el pronombre ‘yo’ o seamos los más felices del planeta, sino porque somos más estrafalarios, más pintorescos, más mundanos… Nosotros no tomamos en serio las cosas, no tenemos muchos afanes y, me atrevo a agregar, carecemos de la plata para conseguir la pistola o nos da pereza salir a comprarla.

Atlanta, Febrero 6, 2014

Compartir

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *