La meditación no es para estudiarla

Antes de centrar su interés en la meditación de atención total, este columnista leyó docenas de libros y centenas de artículos sobre filosofía oriental, yoga, crecimiento personal, significado de la vida, felicidad… y meditación. Es paradójico que este último tema, tan sencillo y natural, pudiera convertirse en algo tan confuso que para muchos resulta inasequible.

Para escribir esta nota, me pareció de interés conocer el número de tipos de meditación existentes y, por supuesto, acudí al sabelotodo de Google que me dio seis respuestas diferentes, en un rango de cinco a veintitrés modalidades. La meditación de atención total, la que nos interesa, es una de las más antiguas y sencillas, así como la más reconocida de todas en este tercer milenio.

El énfasis de todas las formas de meditar se centra en la práctica continuada, no en la teoría. En particular, la meditación de atención total no es una asignatura para estudiar y aprobar sino una disciplina para practicar con el fin de apaciguar los ruidos mentales. En el resto de esta nota, la palabra ‘meditación’ se utiliza como sinónimo de ‘meditación de atención total’.

Hay tres razones por las cuales muchísimos de los interesados, más de boca que de obra, nunca comienzan a meditar, o pierden el entusiasmo después de unas pocas sesiones. La primera es el excesivo número de escuelas y métodos, ya mencionado, que generan mucha confusión entre los aprendices.

La segunda es el también excesivo número de charlatanes, oportunistas o ignorantes del tema que están más detrás de un lucro fácil que de una intención honesta para dirigir a los estudiantes, en su viaje meditativo, a fin de que ‘vuelen solos’ y mediten por su cuenta. La tercera es la falta de tiempo que los interesados inseguros suelen dar, más como disculpa que como razón valedera.

Considerando su sencillez, no debería haber confusión alrededor de la meditación, tal como fue desarrollada por el Buda y documentada en “Los fundamentos de la atención total”, el discurso más importante del Sabio. Meditación es simplemente la autoobservación desprevenida y silenciosa que el practicante hace de su cuerpo, de sus sensaciones y de sus estados mentales.

¿Cuál es la excusa más frecuente de las personas que abandonan la meditación después de ‘ensayarla’ unas pocas veces? “No logro concentrarme”, es la respuesta. Si usted no puede concentrarse, usted necesita meditar. El beneficio más importante de su práctica continuada es justamente el fortalecimiento de la facultad de concentración.

Si usted se siente incapaz de meditar, después de haber escuchado o conversado con unos cuantos meditadores y de haber leído otros cuantos escritos sobre el tema… Deje de lado toda la teoría y ábrale la puerta a la práctica. Además, la meditación ha de ser continuada hasta convertirla en un hábito, en vez de una asignatura que ha de aprobarse para obtener un título.  

Repasemos unas instrucciones típicas de meditación: “Siéntese con los ojos cerrados, en un sitio tranquilo y observe, sin juicio alguno, los movimientos de su mente… Mire lo que está pasando por su cabeza”. La mente, al igual que los niños, se queda quieta cuando la vigilan. ¿Le aparece un pensamiento agradable? Pues obsérvelo sin juzgarlo, sin alegrarse porque tiene un pensamiento agradable. ¿Y si es triste? Pues obsérvelo, sin frustrarse porque tiene un pensamiento triste.

Surgirán otros, y otros, y muchos otros desvaríos… La mente, como resultado de la observación, se aquietará por ratos cada vez más largos. El tiempo parecerá detenerse, y usted permanecerá en silencio, sin pretenderlo… De repente aparece otro revoloteo…También este se irá con solo observarlo. No se alegre por el progreso: Esto será otro juicio que atraerá nuevas distracciones.   

Y esto es todo lo que hay por ‘hacer’. Lo demás que ocurra durante la sesión, un ruido allá afuera, en la calle, otro acá adentro, en su cabeza… Déjelo ocurrir: “Let it be”, como sugiere Paul McCartney en su celebérrima canción. El permitir a las ‘mariposas’ mentales revolotear mientras las observamos, sin buscarles origen o destino, termina aquietándolas. Esta aproximación tan simple, es… meditación. No persiga nada, no pretenda explicar la experiencia… Solamente permita que suceda… “Let it be”.

Bogotá, abril 6, 2019
@gustrada1


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