En un pasado, más reciente que remoto, la única manera de ‘mirar’ lo que ocurría en el interior de la cabeza humana era perforando agujeros a través del cráneo. Por fortuna, se inventaron los encefalogramas y las resonancias magnéticas, con los cuales, entre muchos otros logros, fue posible medir la frecuencia de los ritmos eléctricos en distintas partes del cerebro: Ondas alfa, cuando estamos serenos; ondas beta, cuando estamos inquietos.
Más recientemente, ya en el siglo XXI, con el auge de la meditación en el mundo occidental, se dispararon los estudios para investigar los cerebros de los meditadores y, en particular, los de los monjes budistas, en introspección profunda, conectados con docenas de cables a sofisticados equipos de electroencefalografía. La conclusión generalizada de estos estudios fue simple: Durante la meditación, la frecuencia de la actividad cerebral de los practicantes baja de beta a alfa.
Surge ahora la posibilidad de que los meditadores corrientes podamos, utilizando una recién inventada diadema o balaca electrónica que, colocada sobre nuestra cabeza, sin cable alguno, y sintonizada con un teléfono celular, le informa al meditador, mediante ‘olas y truenos lejanos’, que su mente está distraída, en estado beta. El meditador entonces retorna la atención a su respiración, sus sensaciones o sus estados mentales para regresar al estado alfa. Las demás guías corrientes de esta aproximación -autoobservación, ambiente tranquilo, postura cómoda, actitud pasiva- no sufren modificación alguna.
¿Ayudará la novedosa diadema electrónica a quienes no logran apaciguar y observar la mente con los procedimientos ‘convencionales’? Si este nuevo dispositivo electrónico funciona como lo anuncian sus fabricantes, bien podría convertirse en una verdadera transformación de la forma de aproximarnos a la atención total.
¿Qué hay concreto y positivo en las diademas electrónicas? En primer lugar, son realidad, no especulación; ya están en los mercados de Estados Unidos y Canadá. En segundo lugar, los medios que le han dado cubrimiento a la noticia son serios y respetables; por ejemplo, bajo el título ‘Máquinas para excavar la mente’, Scientific American, la prestigiosa revista norteamericana, dedicó una columna al tema el mes pasado. Por último, el 66% de casi mil compradores del producto por Internet lo consideran ‘excelente’ mientras tan solo el 8%, supongo que los que no logran meditar de ninguna forma, lo juzgan pésimo.
Aunque aún no he adquirido la tal balaca (lo haré pronto), sí sé, por experiencia directa, que mi cabeza divaga durante mis sesiones más de lo que quisiera y la autobservación se diluye por largos ratos. Si la diadema electrónica puede advertirme, mediante sus truenos y sus olas, que ‘me acabo de salir’ del estado alfa, mis sesiones de meditación serán, sin duda alguna, más… efectivas.
Por supuesto que, cuando se utiliza la balaca, las instrucciones estándar de la meditación -atención a la respiración (o a las sensaciones, o a los estados mentales), y la ausencia de expectativas sobre potenciales beneficios- se sostienen inmodificables.
Cuenta el maestro S. N. Goenka que, cuando visitó por primera vez a Sayagyi U Ba Khin, maestro budista de Rangún, Myanmar, para aprender Vipassana -meditación de atención total-, este le preguntó por la motivación detrás de tal interés. “Tengo unas migrañas espantosas, que me atormentan desde hace tiempo; necesito sanarlas pronto”. U Ba Khin, quien después se convertiría en su tutor y maestro, rechazó al entonces aspirante: “Unas migrañas no pueden ser motivo para comenzar a meditar”.
Cuando comprendió que no debería perseguir meta alguna, S. N. Goenka fue aceptado en un posterior retiro para convertirse, tiempo después, en fundador y promotor de los Centros Vipassana, y en el gran divulgador de la reconocida técnica, a nivel mundial.
Las diademas electrónicas, a medida que aparezcan nuevas versiones, se perfeccionen y se ‘popularicen’, bien podrán acelerar la ‘revolucionaria’ apertura a la atención total, que ya se encuentra en marcha. La esencia de las enseñanzas del Buda, con certeza, no resultarán modificadas de manera alguna.
Las diademas son un ‘además de todo’, y no un ‘en vez de cosa alguna’. Con balaca electrónica o sin ella, no debemos perseguir nada cuando meditamos, ni debemos correr detrás de éxito alguno… No busquemos ni siquiera la desaparición de la ansiedad o del estrés… Y, menos aún, la eliminación de unas migrañas… o de nuestras dolencias de turno. shtag;\lsdsemi
Bogotá, mayo 4, 2019