El capital intelectual es la inteligencia corporativa –la sabiduría colectiva total de una compañía– con poder para generar utilidades y está compuesto por (1) la tecnología y estructura organizacional, (2) el conocimiento y la información, (3) los talentos y las experiencias del personal, (4) el portafolio de clientes y productos, y (5) las patentes y marcas.
El capital intelectual ha sido importante para las organizaciones desde los inicios de la Era Industrial, así la denominación haya sido acuñada apenas en los años recientes. No obstante, con el advenimiento y el crecimiento de la tecnología de información, el capital intelectual tiene ahora más trascendencia que nunca. Este libro esboza dos planteamientos centrales. El primero es que la información ya no es un simple recurso de apoyo para la dirección y el control gerencial. La información es parte integral del negocio, cuando no el negocio mismo, y como tal deben cuidarla y tratarla los directivos. Esta frase, de tanto aparecer en textos y revistas, comienza a sonar un poco de cajón. El segundo es que la tecnología de computación y telecomunicaciones, al permitir almacenar, ordenar, transmitir, clasificar y consultar la información de las empresas, tiene el más extraordinario potencial –mayor que el de cualquier otra herramienta– para generar riqueza en las organizaciones.