Meditación: ¿Negocio o realidad?

¿Se aproxima el final a la ‘onda meditativa’? De ninguna manera. La meditación de atención total continuará extendiéndose por y para siempre

Desde comienzos del tercer milenio la muy antigua meditación de atención total se convirtió en una ‘novedad’: El mundo académico le reconoce sus beneficios; los neurólogos investigan la razón de sus efectos; los organismos de salud la recomiendan; las empresas la promueven entre sus empleados; las celebridades la practican… Curiosamente, hacia finales de la segunda década, a la meditación le han aparecido críticos, detractores, escépticos y burleteros.

¿Se aproxima el final a la ‘onda meditativa’? De ninguna manera. La meditación de atención total, desarrollada por el mismo Buda, sin intención religiosa o comercial, continuará extendiéndose a un ritmo continuo, aunque más lento de lo que ameritan sus beneficios individuales y sociales. Más pronto que tarde, la práctica de la meditación ha de convertirse en una rutina con tantos o más adherentes que el mismo ejercicio físico.

¿Por qué la pérdida de impulso? Por dos factores que se refuerzan mutuamente.  En primer lugar, según los detractores de la meditación, algunos de los estudios efectuados para comprobar sus beneficios podrían haberse sesgado, intencional o inconscientemente, hacia los resultados positivos esperados.

Algunos investigadores, más entusiastas que disciplinados, no utilizaron en sus estudios grupos paralelos de control conformados por personas que no meditaran, e ignoraron la tendencia humana a ‘encontrar lo que estamos buscando’. Esta omisión ha afectado la credibilidad de las investigaciones estrictas que sí se ciñeron al método científico.

En segundo lugar, como evolución dañina pero habitual de la avaricia humana, la meditación se convirtió en un lucrativo negocio que toma ventaja del reducido costo del ‘producto’. Establecer centros de meditación o promover audios con instrucciones a través de Internet son proyectos que requieren inversiones modestas. Según SAGE, una editora independiente de contenido académico y profesional, el negocio de la meditación generó más de mil doscientos millones de dólares en ventas en el 2017.

Adicionalmente, el potencial tecnológico de los teléfonos inteligentes ha permitido agregarle nuevos ‘atractivos al producto’, tales como la posibilidad de meditar con instrucciones en cualquier lugar y a cualquier hora, la adición de efectos sonoros ‘personalizados’, o la medición en tiempo real de ‘variables biológicas’, como el pulso o la presión arterial.

El trío conformado por las bondades reales de la meditación, las capacidades de los teléfonos inteligentes y la imaginación de los expertos en crecer y promover cualquier producto ha distorsionado la intención original del Buda: Acabar con el sufrimiento ‘antiguo’, -la ansiedad y el estrés ‘modernos’-.

¿Qué beneficios reales sí resultan de la práctica disciplinada de la meditación? La meditación elimina o disminuye los quebrantos que causan la ansiedad y el estrés, tales como el insomnio, la depresión, el mal genio y el acelere de la vida diaria, ‘normales’ en el mundo moderno.

Las ramificaciones de las ventajas anteriores son numerosas. A manera de ejemplo, las personas sosegadas padecen menos disfunciones psicosomáticas, tales como erupciones cutáneas, migrañas, problemas respiratorios o trastornos digestivos. Los meditadores (al igual que las personas con una profunda fe religiosa) suben su umbral del dolor, toleran mejor los tormentos de enfermedades crueles como el cáncer y desarrollan una fortaleza superior para aceptar la adversidad.

Si su opinión positiva o negativa de la meditación proviene de lo que ha escuchado de maestros (sean auténticos o farsantes), de científicos o charlatanes, de celebridades o personas anónimas, tal opinión es ‘errada’. Mientras usted mismo no se siente durante 30-60 minutos diarios, en un ambiente apacible, con los ojos cerrados, con una actitud pasiva y en una posición cómoda, a observar imparcialmente lo que está sucediendo en su cuerpo y en su mente, la meditación seguirá pareciéndole una noción incomprensible y misteriosa, un ritual extraño o una práctica sin pies ni cabeza.

La minoría disciplinada que sí medita -que experimenta íntimamente lo que está haciendo- se encargará de sostener la divulgación y la permanencia de la práctica. Si usted pertenece a la mayoría prevenida o indiferente -los que carecen de tiempo, los que ‘saben’ de meditación por los textos y las revistas, los burlones, los perezosos- jamás comprenderá lo que es la meditación de atención total… Por más programas de televisión que vea, más conferencias que escuche, o más libros que lea. Si el silencio mental se describe con palabras, ya no es silencio.

Bogotá, febrero 2, 2019

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