Promesas y objetivos

¿Son FIRMEs las propuestas de su candidato?

En Colombia, al igual que en casi todos los países, la mayoría de los candidatos a los puestos públicos hacen promesas vagas o etéreas -disminuir la pobreza, mejorar la educación, aumentar el cubrimiento en la salud- absteniéndose, eso sí, de presentar proyectos que tengan objetivos claros, cifras concretas o fechas de implantación. El grado de cumplimiento de las propuestas confusas o imprecisas es, por supuesto, difícil de medir, y el seguimiento de su progreso o de su calidad es virtualmente imposible de efectuar.

Los electores terminan entonces frustrados mientras que los elegidos, sin vergüenza alguna, repiten sus ofrecimientos en los siguientes comicios. Los sufragantes deberíamos exigir a los candidatos propuestas claras que puedan convertirse en los planes de acción de quienes resulten electos.

Esta nota sugiere pautas para ayudar a los votantes en su evaluación de los objetivos de los candidatos para las próximas elecciones de Colombia y, de esta forma, obligar a los aspirantes a racionalizar sus promesas, que hoy son, en  una buena proporción, puro bla, bla, bla, para conseguir votos- y llevarlos a presentar proyectos concretos que, como tales, deben tener objetivos FIRMES.

Un proyecto, sea corporativo, gubernamental o personal, si ha de convertirse en un propósito viable y exitoso, debe tener objetivos FIRMEs, esto es, Fechados (¿Cuándo comienza? ¿Cuándo termina?), Importantes (¿Qué beneficios traerá), Realizables (¿Es viable? ¿Se dispone de los recursos humanos, financieros y tecnológicos?), Medibles (¿Cuánto costará? ¿Cuándo se terminará? (costos, recursos, fechas, resultados…), y Específicos (¿Producirá beneficios visibles y cuantificables?).

Específico, el último calificativo, quiere decir que el objetivo no da margen para ambigüedades, es concreto y todos los involucrados entienden de la misma forma su dimensión y su significado.

Cuando los objetivos de un proyecto no son FIRME’s, su implantación se retrasará (o no ocurrirá); su costo final excederá el presupuesto, y su funcionalidad no va a satisfacer las necesidades del negocio. 

En las elecciones que se avecinan, ¿tienen las propuestas de su candidato para los proyectos que está formulando, fecha de terminación? ¿Son prioritarias para el país? ¿Son realistas y relevantes? ¿Existen los recursos -financieros, técnicos, humanos- para completarlas? Estas son algunas de las preguntas que deberían responder todos los candidatos a cualquier cargo público.

Propuestas como ‘en mi gobierno voy a reducir el desempleo’, voy a ‘mejorar la educación’, voy a ‘disminuir la delincuencia’… deberían acompañarse de listas breves de proyectos o subproyectos, cada uno con sus objetivos FIRMES, con fechas, reseñas de su impacto, descripciones concretas, resultados medibles que se van a obtener, y los porqués de su necesidad o urgencia.  

Idealmente todos los candidatos deberían tener propuestas con objetivos FIRMEs que se convertirían en proyectos concretos y logros tangibles con beneficios claros y medibles para la sociedad.

 ¿Es ilusorio esperar que un aspirante al puesto más alto de una nación concrete sus ofrecimientos? Quizás si… pero, quienes lo hagan, atraerán a los votantes más racionales y menos sesgados hacia afiliaciones partidistas. Ojalá los presidenciables de las próximas elecciones o, al menos, algunos de sus asesores, sigan pautas gerenciales como las sugeridas en esta nota y presenten fechas, beneficios tangibles, viabilidad, cronogramas … alrededor de lo que están discurseando.

Y una sugerencia adicional para los foros televisados y radiales: En ellas los moderadores y entrevistadores bien pueden llevar a los candidatos a la puntualización de sus ofrecimientos: ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cuánto? ¿Cuándo? ¿Cómo se va a financiar? Con respuestas claras los electores sabrán mucho mejor por quién votar. Si los objetivos -unos cuatro, menos de ocho- de los candidatos son FIRMEs, dentro de cuatro años, podremos juzgar al presidente saliente de entonces, no por su imagen, su simpatía o su bla, bla, bla, sino por la métrica de sus propuestas en el 2022. Un candidato que no sea capaz de expresar con cifras direccionales, los qué, los cómo, así como los cuándo y los cuantos estimados, con cifras y fechas, para lo que está prometiendo, no debería ser elegido presidente… pues no tiene las calificaciones exigidas a los gerentes del siglo XXI.

Bogotá, abril 12, 2022

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