Zen, koans y misterios cristianos

Cuando el meditador centra su mente en un koan, está eludiendo la forma normal de pensar.

El chan, una combinación de la meditación budista de la India, con el taoísmo de la China, se originó en este último país en el siglo VI. Dos centurias después, el chan se trasladó al Japón, para convertirse allí en el zen, una de las escuelas más influyentes del budismo. Zazen, un método de introspección para asimilar la naturaleza de la existencia, es la aproximación a la meditación de la tradición Rinzai, una de las tres corrientes del zen.

Como técnica para silenciar la lógica corriente, el zazen utiliza frases incoherentes y carentes de sentido, que se conocen como koans. Cuando el meditador centra su mente en un koan, por ejemplo, “¿cómo era su rostro antes del nacimiento de su padre”, está eludiendo la forma normal de pensar, para abrirle la puerta a la intuición, la facultad de comprender sin necesidad de razonar. Todos alguna vez hemos reconocido nuestra capacidad intuitiva cuando, en relámpagos de lucidez, llegamos a conclusiones inesperadas e irrefutables.

De forma similar a los koans, muchos de los dogmas cristianos están por encima del raciocinio convencional. Cuando durante la oración evocamos los misterios de la religión, ¿estamos declarando nuestra fe ilimitada? ¿O, más bien, estamos utilizando koans con la intención escondida de trascender la lógica corriente?

Tomemos del Credo cristiano algunos ejemplos de ‘potenciales koans’ occidentales: “Creo en Jesucristo, nacido del Padre antes de todos los siglos… Engendrado, no creado, para nuestra salvación… Espero la resurrección de los muertos…” ¿No nos sacan estos enunciados de la forma estándar de pensar?

Comparemos las frases anteriores con dos koans, el ya citado y otro más, también muy reconocido en la escuela Rinzai: “Dos manos cuando aplauden generan un sonido, ¿cuál es el sonido de una sola mano?” Los koans, sin duda alguna, sacuden las formas corrientes de razonar. ¿Sucede algo similar con algunas de las profesiones de fe cristiana?

Mi experiencia con la meditación es insignificante, si se contrasta con la dedicación obstinada de los maestros ascéticos. No obstante, mi moderada consagración a la práctica resulta sustancial, si se compara con la abstención casi total de la gente corriente. Por su experiencia directa, este columnista recomienda, con insistencia ‘cansona’ y sin reserva alguna, el hábito de la autobservación silenciosa del contenido de la propia mente: Medite, estimado lector, en silencio y con atención total, tan frecuentemente y por tanto tiempo como le sea posible

Las disculpas para no hacerlo son inagotables. Una de las más comunes -yo soy incapaz de concentrarme- es, en verdad, la razón primordial para comenzar a meditar. Los deseos desordenados y las aversiones, que conforman nuestro ego redundante, son la causa principal de la resistencia.

El inquieto y mandón ‘yo’ -“el mico en el bosque” (como lo llama el Buda); o “las maripositas de las noches, importunas y desasosegadas” (como lo describe Santa Teresa de Ávila)- se resiste a la idea de que usted se quede quieto, con los ojos cerrados, en un lugar tranquilo, mientras ecuánimemente observa la película que está pasando por su cabeza.

La meditación de atención total casi siempre genera resistencia en quienes nunca han meditado. No obstante, si usted es un creyente fervoroso con resistencia a la introspección, entonces… considere orar, dentro del marco de su dogma personal, y rece, en silencio, sin esperar o buscar recompensa alguna de su Creador.

Bien puede cerrar sus ojos y permanecer callado en algún sitio tranquilo. Y utilice las frases del credo sobre la naturaleza de Dios, el origen de Jesús, el misterio de su nacimiento, su propia resurrección al final de los tiempos… Como si fueran koans que trascienden el raciocinio cotidiano y, de alguna forma, silencian su mente.

Mi ‘koan cristiano’ favorito proviene del Catecismo Astete, que de memoria aprendí en la escuela primaria, para ‘comprender’ la Santísima Trinidad: Tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Este y otros más podrían llevarle a una experiencia innovadora e interesante… Sin salirse de su religión, usted cambiaría su devoción tradicional por una práctica desprevenida y libre de juicios, Si no espera ni persigue nada durante este ejercicio… Los koans ‘sagrados’, quizás le llevarán a un nivel en el cual su lógica cotidiana será trascendida. Y, de todas formas, usted estará alabando a Dios, como se lo recomienda su creencia.

Bogota, agosto 31 de 2019

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